El estudiante puede que comprenda lo que lee, pero carece
de habilidades para sacar las ideas principales y ante tal carencia, trata de
memorizar el texto, para afrontar lo anterior, y después de leer el documento
responde:
¿Existe un método
o una técnica definitivos para leer?
A que se refiere Estanislao, cuando afirma que “el lector
tenga el carácter de la vaca”?
¿Cuales son las transformaciones en el lector que retoma Zuleta
de Nietzsche?
¿Cuándo Zuleta habla sobre los esclavos a quien hace referencia?
¿Qué entiende Zuleta por Código?, explica los diferentes
ejemplos que te da.
CAPITULO X
LA FILOSOFIA MUSULMANA
CARACTERISTICAS Y ORIGEN
Entre los factores que con más eficacia estimularon
la actividad cultural de Occidente en el siglo XII, han de tenerse en cuenta
las relaciones con el mundo oriental y, sobre todo, con los árabes. El mundo
árabe había asimilado, en los siglos anteriores, la herencia de la filosofía y
de la ciencia griegas, que todavía permanecían desconocidas para gran parte de
la cultura occidental: ésta conocía únicamente de ellas lo que había logrado
filtrarse a través de las obras de los autores latinos y de los padres de la
Iglesia. Además, y quizá fuera por esto, la filosofía árabe aparecía a los
pensadores occidentales como la manifestación misma de la razón y, por lo
tanto, como una fuerza de liberación de los obstáculos de la tradición.
Adelardo de Bath no dudaba en contraponer lo que había aprendido él “de los
maestros árabes, bajo la guía de la razón” con la “rigurosidad de la autoridad”
por la que eran arrastrados los que seguían la tradición Quaest nat, En tercer
lugar, la filosofía occidental tenía en común con las filosofías orientales la
naturaleza misma de su problema. También la filosofía árabe es una escolástica,
es decir, un intento de hallar una vía de acceso racional a la verdad revelada;
y la verdad revelada a la que ella trata de llegar, la establecida en el Corán,
tiene muchos caracteres de semejanza con la cristiana. Y finalmente, al igual
que la filosofía cristiana, la escolástica árabe vive de la filosofía griega,
en especial del neoplatonismo y del aristotelismo. Todo esto explica la
influencia y la penetración profunda que el pensamiento árabe desarrolló en la
escolástica cristiana de los siglos XIII y XIV. Sin embargo, en algunos puntos,
estas dos escolásticas se manifestarían irreconciliables.
La síntesis de estas dos corrientes, llevada a cabo por los más ilustres
presentantes del pensamiento islámico: Alfarabí, Avicena y Averroes, da por
resultado la elaboración del principio de necesidad. La necesidad mina el mundo
humano y divino: tal es la convicción de los grandes filósofos musulmanes. No se
libra de ella ni siquiera el mundo de las cosas finitas, que no es necesario
por sí mismo, sino por depender de Dios; “poco escapa la voluntad humana,
regida por una cadena de causas que, a través de los acontecimientos del mundo
sublunar y de los movimientos de las esferas celestes, tiene por motor al Ser
necesario. La escolástica latina; conoció el aristotelismo a través de los
musulmanes, intentará librarle principio de necesidad, sobre cuya base los
árabes lo habían interpretado, y tratará de introducir en él el principio de
contingencia, con el cual podrá salvarse al mismo tiempo la libertad creadora
de Dios y el libre albedrío del hombre. La primera actividad
filosófica
nació entre los musulmanes al proponerse interpretar ciertas creencias
fundamentales del Corán. Así, la secta de los Qadaríes afirma el libre albedrío
del hombre frente a la voluntad divina, ientras los Jabaríes son partidarios de
la fatalidad absoluta. En el siglo II de la Hégira (723-832) se esarrolla la
secta de los Afotaziles o disidentes, que defienden enérgicamente los derechos
de la razón en la interpretación de la
verdad religiosa. Ellos pusieron de moda el Kalam (ciencia de la palabra), es
decir, la teología racional. A partir del califato de Harún al-Raschid
(785-809), los musulmanes empezaron a familiarizarse con la cultura griega. Las
traducciones árabes de las obras de
Aristóteles y de los demás autores griegos fueron hechas, en general, por
sabios cristianos sirios o caldeos, muchos de los cuales eran médicos en la
corte de los califas. Las obras del Estagirita se tradujeron de las versiones
síriacas, que ya desde la época de Justiniano habían empezado a difundir por
Oriente la cultura griega. Entre las obras que mayor influencia tuvieron sobre
el pensamiento musulmán, figuran una Teología atribuida a Aristóteles, que es
una recopilación de pasajes de las Eneadas de Plotino y del Liber de causis, o
sea,' la traducción de los Elementos de teología de Proclo. Además de estos
escritos y de las obras de Aristóteles, contribuyeron a formar el pensamiento
musulmán los comentarios de Alejandro de Afrodisia, los diálogos de Platón; especialmente
la República y el Timeo, y los trabajos científicos de-Euclides, Tolomeo y
Galeno. La reacción de la ortodoxia religiosa contra las novedades
introducidas."," por los filósofos, fue patrocinada por los
Mutakallimun (“los que discuten”). La afirmación fundamental de los
Mutakallimun es la novedad y,, discontinuidad del mundo, que hace necesaria la
existencia de un Dios, creador. Adoptan la doctrina atomista de Demócrito, que
conocieron probablemente por la exposición de Aristóteles. Los átomos, dicen,
no tienen cantidad ni extensión, y Dios los crea siempre que quiere. Las cosa5
están formadas por agrupaciones de átomos, y sus cualidades no podríao existir
en dos instantes, es decir, en dos átomos de tiempo, si Dios no interviniera
constantemente en su creación. Cuando Dios deja de crear, las cosas, sus
cualidades y los átomos mismos dejan de existir. descontinuidad hace necesaria
la incesante acción creadora de Dios, garantiza la libertad de la creación. Para reforzar esta tesis, los
Mutakallimun niegan la relación de causalidad entre las cosas. Las cosas
creadas no tienen entre sí relación de causa y efecto. El fuego tiende a
alejarse del centro de 4i tierra y a producir calor; pero la razón no se niega
a admitir que el fuego pueda moverse hacia el centro y producir frío, aunque
siga siendo fuego. Las conexiones causales no tienen ninguna necesidad
intrínseca: son únicamente establecidas por Dios. Dios, más que causa primera,
es causa agente g' eficiente y produce directamente todos los efectos del mundo
creado. A principios del siglo X las doctrinas de los Mutakallimun fuero
recogidas por otra secta, la de los Asharies, llamados así por ser su fundad
Abul-Hasan Al-Ashari (873-935), de Basora. Los asharíes exageran aún mas, la
doctrina de la creación directa por parte de Dios, afirmando que todos los
accidentes nacen y desaparecen únicamente por un acto de la voluntad divina.
Así, por ejemplo, cuando un hombre escribe, Dios crea cuatro accidentes, que no
tienen entre sí ningún nexo causal, es decir: la voluntad de mover la pluma, la
facultad de moverla, el movimiento de la mano, el movimiento de la pluma. El
movimiento filosófico creado por estas sectas viene a ser sustituido en seguida
por auténticas personalidades filosóficas, que en parte utilizaron y
continuaron las doctrinas de esas sectas, y en parte se opusieron a ellas en un
intento de permanecer fieles a la doctrina de los filósofos griegos, en
especial de Aristóteles.
Al-Kindí, es el primer filósofo musulmán que está
relacionado explícitamente con la tradición griega. Vivió en Bagdad, donde
murió en el 873. Escribió numerosísimas obras de filosofía, matemáticas,
astronomía, medicina, política y música, y fue una de las personas a quienes el
califa Al-Mamún encargó traducir las obras de Aristóteles y de otros autores
griegos. Fue también autor de numerosos comentarios aristotélicos, y los
musulmanes le dieron el título de Filósofo por antonomasia. Gerardo de Cremona
tradujo en el siglo XII una de sus obras con el título Verbum Jacob Al Kindi de
intentione antiquorum inmtione. Otro trabajo fue traducido con el título de De
intellectum. La parte del comentario de Al-Kindí a Aristóteles que más llamó la
atención de los escolásticos latinos fue la doctrina del intelecto. Al-Kindí
tiene la pretensión de exponer las opiniones de Platón y de Aristóteles; pero,
en realidad, lo que hace es seguir de cerca la interpretación de Alejandro de
Afrodisia. Enumera cuatro intelectos: “El primero es aquel que siempre está en
acto; el segundo está en potencia en el alma; el tercero es aquel que en el
alma pasa de potencia a realidad efectiva; el cuarto es el intelecto que
llamamos demostrativo: Aristóteles asimila este último a los sentidos, porque
el sentido está cerca de la verdad y en comunicación con ella”. De estos cuatro
intelectos, los tres primeros corresponden, respectivamente, a los mismos de
Alejandro; el cuarto es el alma sensible. El Al-Kindí aparece claramente, por
vez primera, el típico principio del aristotelismo musulmán que atribuye
directamente al intelecto divino la iniciativa del proceso de conocer del
hombre. (Tomado de: ABBAGNANO, Nicolás. Historia de la filosofía. Volumen 1.
Traducción Juan Estelrich. 4ª Edición, 1994. Barcelona: Hora, S.A. pp.
396-398).
LOGRO: Comprende el contexto y las
características del pensamiento medieval y la influencia que sobre éste ejerció
la filosofía griega. INDICADORES DE LOGRO
Establece comparaciones entre los conceptos antropológicos, ontológicos y
metafísicos de Aristóteles y la filosofía de Santo Tomás. METODOLOGÍA DE TRABAJO
- Cada estudiante debe descargar el taller y desarrollarlo según la metodología
mostrada.
- Explicación del docente de la dinámica del taller.
- Entrega del trabajo realizado por los estudiantes al docente a cargo al final
de la clase. NO HABRÁN PRÓRROGAS PARA LA ENTREGA DEL TALLER.
- El taller debe ser entregado en HOJAS TIPO EXAMEN. PREGUNTA PROBLEMA: ¿Cuáles fueron las ideas filosóficas de Aristóteles
de las que se nutrió el pensamiento cristiano?
1. Leer el texto “Capitulo x La filosofía musulmana Características y origen”
de Nicolas Abaggnano, que se encuentra en el link Textos para undécimo que está
en la página web: http://filosofando-santofimio.blogspot.com/Después de haber realizado la lectura
correspondiente, realizar un mapa conceptual, en el cual se condense la
estructura, ideas y principales planteamientos del texto leído.
2. Realizar un escrito argumentativo, de una página, en el cual se afirme o
refute la importancia de la filosofía musulmana en la filosofía occidental.
3. Consultar la biografía y pensamiento de los siguientes filósofos: Avicena;
Averroes; Alfarabi y Maimónides.
Bibliografía: ABBAGNANO, Nicolás. Historia de la filosofía. Volumen 1. Traducción Juan
Estelrich. 4ª Edición, 1994. Barcelona: Hora, S.A. pp. 396-398. Webagrafía:
http://filosofia.idoneos.com/
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LECTURA GUIA:
Cosmología actual, Filosofía y Religión
Carlos Alberto Marmelada Sebastián
Ampliación del
artículo Últimas noticias: El universo se expande a ritmo acelerado. Teorías
sobre el Big Bang con Dios al fondo, publicado en Aceprensa; Servicio 154/00
del 15.XI.00.
1.- El universo en expansión.
El Universo y sus astros siempre han ejercido una
fascinación que ha cautivado al espíritu humano. Desde tiempos inmemoriales el
hombre ha ansiado conocer el origen y la estructura del Universo; hoy, además,
desearíamos saber cuál será su destino final. Gracias a las nuevas teorías
científicas y al espectacular avance de los instrumentos y las técnicas
observacionales en el siglo XX hemos logrado elaborar una cosmovisión capaz de
dar respuestas científicas plausibles a estas preguntas. ¿Cuál es la génesis
histórica de nuestra actual cosmovisión? ¿Cuáles son sus fundamentos? ¿Qué
limitaciones tiene?.
Durante milenios la humanidad creyó que el Universo era
eterno, esférico y de un tamaño muy reducido, en comparación con las dimensiones
actualmente conocidas. A principios del siglo XX se produjo un cambio
cualitativo en el campo de las concepciones cosmológicas. A partir de los
trabajos publicados en 1917 Einstein propuso una imagen del Universo que se
caracterizaba por ser esférico y estar en equilibrio. Teóricamente la fuerza de
atracción gravitacional, después de miles de millones de años de existencia,
debería de haber colapsado el Universo. Pero resulta evidente que esto no ha
sucedido. Según el físico alemán el Universo no se colapsa porque existe una
fuerza de repulsión que contrarresta los efectos de la atracción gravitatoria y
hace que permanezca en equilibrio. Einstein denominó a dicha fuerza que
equilibraba el Universo: constante cosmológica, y la representó con el
término Lambda. El holandés Wilhelm De Sitter, partiendo de los trabajos
de Einstein, afirmó que el Universo estaba en expansión y lo hacía de forma
espiral. Por su parte, el físico ruso Alexander Friedmann, apoyándose en los
estudios de los dos autores citados, sostuvo que el Universo de Einstein no era
estable, sino que variaba en el tiempo, ya fuera expandiéndose o contrayéndose,
en cualquier caso Lambda era un parámetro inútil.
En 1927 un sacerdote católico belga, Georges Edward
Lemaître (1894-1966), partiendo de las teorías de Friedmann, propuso la
hipótesis de que las galaxias procediesen de un núcleo inicial que denominó
“huevo cósmico” o “átomo primigenio”. En efecto, si Friedmann
tenía razón y el universo se hallaba en expansión, al recorrer el tiempo a la
inversa, es decir, del presente hacia el pasado, deberíamos llegar a un instante
en el que t (tiempo) fuera igual a cero (t=0). En ese momento toda
la materia del Universo estaría concentrada en un punto del espacio-tiempo
denominado singularidad cósmica o singularidad del Big-bang. En un
volumen mínimo, se concentraría toda la masa del Universo, lo que significa que
tanto su densidad como su temperatura serían descomunales.
Hasta principios de los años treinta todo esto no era más
que pura teoría, no existía ningún indicio experimental que avalara estas
hipótesis. Pero fue por esas fechas cuando el astrónomo norteamericano Edwin
Hubble (1889-1953) comenzó a publicar los resultados de sus trabajos
experimentales llevados a cabo la década anterior. Hubble analizó la luz
procedente de las galaxias y llegó a la conclusión de que las que se hallaban
más lejos de nosotros sufrían en el espectroscopio un “corrimiento hacia el
rojo” más acelerado que las que estaban más cerca. Esto significaba que
cuanto más distante de nosotros se hallase una galaxia a mayor velocidad se iba
alejando. Por primera vez se tenía una muestra experimental a favor de la
expansión del Universo 1 .
En 1948 George Gamow, Ralph Alpher y Robert Hermann,
hicieron pública una reformulación de la teoría de Lemaître, destacando el hecho
de que predecían teóricamente la existencia de unaradiación cósmica de
fondo (RCF) fruto de la explosión inicial, algo así como el eco de la gran
explosión. Pero la teoría del Big-bang, continuaba siendo demasiado hipotética
y, además, no lograba resolver serias dificultades, tales como la datación de la
antigüedad del Universo cuyos cálculos arrojaban resultados a todas luces
imposibles, pues le daban al Universo una edad inferior a la del sistema solar
2 ; además, sólo se hallaba una
explicación correcta para la formación del hidrógeno y del helio, pero no para
la de los restantes elementos químicos por entonces conocidos.
2.- El Universo estable.
En 1948 Hermann Bondi y Thomas Gold, con la posterior
incorporación de Fred Hoyle 3 ,
propusieron una teoría cosmológica alternativa a la del Big-bang. Según estos
autores el Universo estaba en expansión, pero no tenía ningún origen en el
tiempo. No existía ningún instante t=0. El Universo era eterno y, aunque
se hallaba en expansión, siempre había permanecido igual, fuera cual fuera la
región del espacio que observáramos. Esto era así porque se creaba materia
continuamente, de manera que la nueva materia creada iba ocupando el espacio
dejado por las galaxias en expansión. Esta propuesta recibió el nombre de
“Teoría del Estado estacionario” (Steady State) y afirma la
existencia de un Universo homogéneo eisótropo, es decir, que tiene
el mismo aspecto sea cual sea la región del espacio que observemos y el tiempo
(momento) en el que lo hagamos. Estas dos características, homogeneidad e
isotropía, son conocidas con el nombre dePrincipio cosmológico perfecto.
La Teoría del Estado estacionario rechazaba totalmente la hipótesis de que
existiera una RCF, puesto que, según ellos, no había habido ninguna explosión
inicial, lo que significaba que en caso de descubrirse su existencia esta teoría
se vería seriamente comprometida.
Es muy importante subrayar que los motivos ideológicos no
estuvieron ausentes en la formulación de esta teoría. En efecto, la hipótesis
del Big-bang parecía implicar la existencia de un Creador que debería ser el
autor delátomo primigenio que al explotar daría lugar a nuestro Universo.
La teoría del Estado estacionario prescindía de un Creador porque no había
ningún instante inicial a partir del cual surgiera todo. El Universo simplemente
era eterno; o lo que es lo mismo, por decirlo con una expresión de Stephen
Hawking: carecería de borde en el tiempo.
3.- El big-bang de la “Teoría del
Big-Bang”.
Después de más de una década de fuerte crisis en 1964 la
teoría del Big-bang recibió un impulso inesperado. Dos ingenieros
norteamericanos, Arno Penzias y Robert Wilson hallaron, casualmente, la célebre
radiación cósmica de fondo. Esto significo un golpe funesto para la teoría del
Estado estacionario y supuso el aldabonazo definitivo para la teoría del
Big-bang. En 1992 el satélite COBE confirmó este hallazgo con la detección de
más radiación de fondo.
Naturalmente todas las dificultades no desaparecieron de
golpe por el hecho de haber hallado la RCF. La pregunta sobre ¿qué había antes
del Big-bang? se volvió más acuciante. Ahora bien, se trata de una pregunta
absurda por definición, por la sencilla razón de que la Teoría del Big-bang lo
que precisamente afirma es que tanto el espacio como el tiempo, se crearon en el
mismo momento de la gran explosión, o lo que es lo mismo: espacio y tiempo
nacieron con el Universo, son propiedades suyas y, por lo tanto, no pueden
existir al margen de él. Por consiguiente, no tiene sentido preguntar qué había
antes del tiempo, puesto que la pregunta, formulada de esta forma, implica la
afirmación de la existencia del tiempo antes de que el tiempo existiera, lo que
resulta contradictorio.
También podríamos preguntarnos ¿qué es lo que sucedió
para que se produjera el Big-bang? La pregunta también es científicamente
absurda. Todo lo que sea preguntar por las condiciones anteriores a t=0
carece de sentido, desde el punto de vista de los métodos de investigación de la
ciencia positiva, tanto en su rama experimental como en su vertiente puramente
teórica. Es más, los científicos afirman que ni siquiera podemos preguntarnos
¿cómo fueron los primeros instantes de la existencia del Universo?, entendiendo
por “primeros instantes” el tiempo transcurrido entre t=0
yt=10-43 segundos. Esto se debe a una razón muy simple,
nuestros conocimientos científicos acerca de la realidad material sólo son
válidos a partir de un instante superior at=10-43 segundos (el
denominado Tiempo de Planck) posterior a la gran explosión. ¿Qué sucedió entre
t=0 y t=10-43 segundos? J.S. Trefill dice que es el
“Reino de los dragones”. ¿Qué significa esto? Muy sencillo, se trata de
una manera simpática y divertida de reconocer que no tenemos ni la menor idea.
De momento el Tiempo de Planck representa un umbral infranqueable para el
conocimiento científico experimental. Se puede hacer alguna incursión
especulativa, pero todavía resulta un ámbito de investigación que supera
nuestras capacidades actuales; porque en esta etapa de la historia del Universo
la temperatura, la densidad y la presión son tan altas que las leyes de la
física se derrumban perdiendo su significado. ¿En el futuro podremos disponer de
elementos teóricos que nos permitan saber con certeza algo de esta época? Tal
vez. Pero también podría tratarse de un horizonte definitivamente infranqueable,
un límite físico absoluto del conocimiento humano.
4.- El Universo pulsante.
Para superar las dificultades que representaba la
afirmación del origen temporal del Universo, pero intentando superar el
desprestigio en el que había caído la teoría del Estado estacionario, en los
setenta se propuso una nueva hipótesis cosmológica que aceptaría la existencia
de una gran explosión pero descartaría cualquier referencia a un Creador (ésta
era una motivación ideológica muy importante en la afirmación y aceptación de
esta teoría cosmológica). Se trata de la teoría del Big-crunch. El
Universo se expandiría fruto de una gran explosión, pero al haber una cantidad
de materia superior a un determinado valor, denominado “densidad crítica de
materia” y representado por la letra griega Omega, la atracción de la
gravedad primero detendría la expansión y, luego, contraería el Universo hasta
colapsarlo sobre sí mismo. La disminución del volumen del Universo provocaría un
aumento de su temperatura, de su densidad y de la presión produciendo una nueva
explosión cósmica que daría lugar a otro Universo, pero que nuevamente vería
frenada su expansión por la acción de la gravedad, para contraerse y volver a
iniciar un nuevo ciclo. Este proceso se repetiría infinitas veces. La
resultante: un Universo sin origen ni fin.
Respecto a esta teoría cabe comentar tres cosas:
a) Los estudios más recientes que se han llevado a cabo
en este campo indican que la cantidad de materia (visible, oscura y antimateria)
existente es inferior a la densidad crítica de materia, lo que significa que la
fuerza de la gravedad no podrá detener la expansión cósmica, de manera que el
Universo no podrá colapsarse dando lugar a un nuevo Big-bang y, con ello, a otro
Universo.
b) En segundo lugar cabe destacar la objeción formulada
por el prestigioso Premio Nobel de Física Steven Weinberg. Según este autor,
cada uno de los ciclos de explosión-implosión experimentado por el Universo
debería comenzar con una cantidad de fotones (luz) mayor que la del ciclo
anterior. Al haberse producido un número infinito de ciclos (recuérdese que la
teoría del Big-crunch postula que no existe ningún tipo de inicio en el tiempo,
no existe ningún ciclo inicial) actualmente debería de haber una cantidad de luz
infinita, lo que significa que, de ser cierto el argumento de Weinberg, no
existiría la “oscuridad de la noche” 4 .
c) Finalmente se deben destacar los motivos ideológicos
por los que es apreciada esta teoría. En efecto, sucede que, tal como reconoce
Weinberg: “algunos cosmólogos se sienten atraídos por el modelo de las
oscilaciones porque, como el modelo del estado estable, evita bien el problema
del Génesis” 5 . Sin embargo, ni el
modelo del Big-crunch (oscilaciones) ni el modelo del Steady state (estable)
evitan, ni bien ni mal, el “problema del Génesis” (la no necesidad de un
Creador), ya que estas dos teorías físicas se basan en el error filosófico de
suponer que la creación sólo puede darse si lo creado llega a la existencia a
partir de un instante dado, sin comprender que no sería irracional admitir la
hipótesis de una creación que fuera eterna. En efecto, un Dios omnipotente y
eterno podría crear el Universo o bien en un momento determinado, o bien podría
hacerle existir desde toda la eternidad, de manera que el Universo sería eterno
pero creado, o dicho de otro modo: podría ser coeterno con su creador si es que
esa fuese su voluntad. Esto último sería metafísicamente posible pro la sencilla
razón de que la creación no consiste en la simple posición del ente en el
tiempo, sino en la donación del ser al ente, o lo que es lo mismo: en la
participación que el ente tiene del ser; y esto, el Creador, podría hacerlo a
partir de un instante determinado (t=0) o desde siempre (t=infinito). En
definitiva, se trataría de algo que formaría parte de su libre elección.
5.- La auto-creación del Universo.
Para salvar el escollo de ambas teorías, a partir de la
década de los ochenta, y sin abandonar totalmente el ámbito de las motivaciones
ideológicas, algunos científicos, entre los que destaca Stephen Hawking,
propusieron la noción de Auto-creación del Universo. Éste habría tenido un
comienzo en el tiempo (con lo que se descartaría la teoría del Estado
estacionario), pero no estaría sometido a un continuo flujo y reflujo de ciclos
de expansión y contracción (rechazándose así la teoría del Big-crunch). Sin
embargo, no cabría pensar en ningún Creador, ya que el Universo se habría creado
a sí mismo.
Ya el griego Parménides, hace más de dos mil quinientos
años, había advertido que desde el no-ente absoluto no podía surgir el ente.
¿Qué le habría impulsado a existir? Se preguntaba el metafísico de Elea. Es más
¿Por qué el universo empezaría a existir a partir de un momento determinado y no
antes o después si era eterno?. En definitiva ¿cómo sería posible que el
Universo se creara sí mismo? Según estos autores el Universo podría haberse
originado a partir de fluctuaciones topológicas de la gravedad cuántica,
realizadas sin causa alguna, y que habrían dado lugar a estructuras
espacio-temporales creadas a partir de la nada cuántica, este proceso es
denominado “transición topológica”. A partir del espacio-tiempo vacío se
producirían partículas materiales mediante fluctuaciones del vacío
cuántico; finalmente, el Universo se crearía a partir de esas partículas de
acuerdo con las leyes físicas que producirían el Big-bang. Esta concepción
cosmológica se basa en teorías altamente hipotéticas, incluso alguna de ellas
todavía no tiene un estatuto epistemológico claramente definido (este es el
caso, por ejemplo, de la Teoría de la gravedad cuántica, teoría que intenta
unificar la relatividad general y la mecánica cuántica), lo que resulta admitido
incluso por sus propios partidarios.
La auto-creación del Universo se basa en dos
extrapolaciones difícilmente justificables desde un punto de vista científico.
En primer lugar hay que señalar que las teorías sólo pueden ser consideradas
científicas si sus hipótesis pueden ser sometidas al control de un experimento,
ya sea real o imaginario (Galileo y Einstein, por ejemplo, utilizaron mucho este
tipo de experimento). Pues bien, la nada absoluta, es decir, la nada
metafísica, no es, por definición, algo que pueda relacionarse con ningún
tipo de experimento, ni real ni posible, por lo tanto se trata de una idea que
cae totalmente fuera del campo de la ciencia. El método de investigación
científico lo que hace es relacionar un estado físico con otro, de manera que el
origen absoluto del Universo, entendido como creación absoluta a partir de la
nada, caería fuera del terreno de la ciencia ya que ésta, la nada absoluta, no
es un estado físico experimentalmente analizable. Así pues, cuando algunos
científicos dicen que el Universo pudo haberse creado a sí mismo desde la nada
no se están refiriendo al concepto de nada utilizado por la metafísica o la
teología creacionista. De modo que, esa nada de la que surgiría el Universo
habría de ser, de alguna manera, no un vacío absoluto, sino “algo”. Esta
confusión conceptual se da también con otros términos (v. gr.: espacio, tiempo,
materia, vacío, etc.…) que tienen sentidos distintos si los consideramos desde
una perspectiva filosófica o científica. Por ello se debe tener muy claro cuál
es el significado conceptual de un término cuando estamos trabajando en un
ámbito del saber humano (el científico, por ejemplo) o en otro (como podría ser
el filosófico o el teológico). Precisar claramente el significado de los
conceptos utilizados en nuestros razonamientos delimitando el campo semántico en
el que vamos a utilizarlo podría evitar muchos malos entendidos al hacer que
cada área del saber humano permanezca en el plano que le es adecuado.
En segundo lugar se debe tener presente que las teorías
de la auto-creación del Universo se basan en la combinación de múltiples
elementos procedentes de diversas teorías científicas; elementos que
constituyen, precisamente, sus puntos más polémicos. Por ejemplo, de la mecánica
cuántica se toma la controvertida idea de que existen fenómenos sin causa, y la
afirmación de que puede crearse -y aniquilarse- materia, ambas afirmaciones
requieren matizaciones y su sentido se limita, como es lógico, al ámbito de la
física. Extrapolarlas más allá de dicha ciencia es un error y esto es,
precisamente, lo que sucede cuando se pretende utilizar estas tesis para afirmar
la auto-creación del Universo. Otra confusión se produciría al identificar el
vacío cuántico de la física con la nada absoluta de la ontología.
De la relatividad general se extraería la idea de que el espacio y el tiempo
pueden ser considerados estructuras independientes de la materia, sin embargo la
teoría general de la relatividad lo que afirma es que las zonas donde hay
materia son, desde el punto de vista matemático, regiones en las que el
espacio-tiempo tienen una mayor curvatura, que serían los cuerpos
materiales.
En definitiva, las teorías que postulan la auto-creación
del Universo se basan en afirmaciones altamente hipotéticas, en combinaciones de
elementos teóricos discutibles y, además, en la transmutación semántica de
algunos términos utilizados por diversas ramas de la ciencia e incluso de la
filosofía o la teología, que pasan a ser empleados con otro significado en otras
ramas de la ciencia; de manera que se les pretende dotar de un determinado
sentido físico cuando o bien su significado original es filosófico o bien son
tomados de otras teorías científicas en las que tenían un significado y una
función original diferente.
6.- “Expulsar al creador”.
Parafraseando a Stephen Hawking, podríamos decir que
“Expulsar al Creador” ha sido una de las prioridades esenciales de los
defensores de las teorías de la “Auto-creación”. Ahora bien, si se quiere ser
racionalmente riguroso (por lo que los prejuicios ideológicos deberán ser
dejados de banda) nos encontraremos con el hecho de que incluso aceptando la
hipótesis de que el Universo se autocreara no queda excluida la posibilidad de
hacer referencia a un Creador, dicho de otro modo: no resulta irracional afirmar
su existencia. ¿Por qué? Por la sencilla razón de que el Universo tiene el
origen, sea cual sea éste, y la estructura que tiene gracias a que existen unas
leyes físicas que le hacen ser como es. Pues bien, si el Universo se crea a sí
mismo lo hará porque unas determinadas leyes físicas le hacen originarse de este
modo. Ahora bien ¿cuál es el origen de esas leyes físicas? Ellas no pueden ni:
a) originarse con el Universo, puesto que han de serle, de alguna
manera,anteriores para poder originarle, ni b) originarse a sí mismas, ya
que nada puede ser causa-efecto de sí mismo. Así, pues, incluso aceptando la
hipótesis de que el Universo se hubiera creado a sí mismo, no resultaría
irracional la aceptación de la existencia de un Creador.
A finales de los ochenta del pasado siglo Hawking
sorprendió con un libro que fue un auténtico best-seller: Historia del
tiempo6 . El objetivo que
se marcaba Hawking era responder a la pregunta: “¿qué es lo que insufla fuego en
las ecuaciones y crea un universo que puede ser descrito por ellas?” 7 ; o lo que es lo mismo: ¿por qué existe el
universo? Y ¿por qué es cómo es?. El optimismo cientificista con el que se
redactó aquella obra llevó a Hawking a concluir que: “si encontráramos respuesta
a esto, sería el triunfo definitivo de la razón humana, porque entonces
conoceríamos el pensamiento de Dios” 8 . Cuando escribió este libro su meta era: “una completa
comprensión de lo que sucede a nuestro alrededor y de nuestra propia existencia”
9 . La conclusión a la que llegó
Hawking en esa obra era la existencia de un universo autocontenido, sin
principio ni fin, limitado pero sin fronteras ni bordes, en donde no hay lugar
para un creador; en el universo de Hawking Dios no tiene nada que hacer, no le
queda ningún papel por representar 10 . Todo esto sería posible a partir del momento en que
formuláramos una Teoría del Todo que nos permitiera comprender la totalidad de
la naturaleza a partir de unas leyes fundamentales. El optimismo de Hawking
quedaba patentizado en la siguiente afirmación: “Todavía creo que hay razones
para un optimismo prudente sobre el hecho de que podamos estar ahora cerca del
final de la búsqueda de las leyes últimas de la naturaleza” 11 . En El universo en una cáscara de
nuez12 ; obra publicada
en el año 2002, Hawking insiste en la idea de que el universo está autocontenido
y no tiene fronteras 13 , con las
consecuencias filosóficas, antropológicas y teológicas que ello conlleva. Sin
embargo el optimismo de Hawking muestra aquí oscilaciones. Por un lado insiste
en que: “ya hemos hecho notables progresos en la comprensión del cosmos,
particularmente en los últimos años. Aunque no tenemos una imagen completa,
podría ser que no estuviera lejana” 14 . Pero, por otra parte, esta explícita declaración
optimista de cientificismo promisorio triunfante choca con la moderación
expresada en el Prefacio, en donde declara que: “en 1988, cuando fue publicada
por primera vez la Historia del tiempo, la Teoría definitiva del Todo
parecía estar en el horizonte (...)hemos avanzado mucho desde entonces, pero aún
queda mucho camino por recorrer y aún no podemos avistar su fin” 15 ¡Qué significativas son estas
palabras!.
La Teoría del Todo depende de la correcta elaboración de
una teoría completa de la gravedad cuántica (teoría que lograría reconciliar la
teoría de la relatividad general con la mecánica cuántica), algo que el propio
Hawking reconoce que todavía no se ha conseguido 16 . De hecho en Historia del tiempo ya advirtió
Hawking que su afirmación de la existencia de un Universo sin fronteras (y, por
lo tanto, sin “tarea” para Dios) era tan solo una propuesta porque no se
sabía cómo combinar la relatividad general con la mecánica cuántica, y porque
tampoco se sabía como establecer predicciones que estén de acuerdo con la
realidad, algo consubstancial a toda teoría científica que se precie 17 . En su actual obra también advierte
que la ausencia de contornos es igualmente una propuesta 18 .
El universo en una cáscara de nuez es un libro
mucho menos beligerante. Tanto enHistoria del tiempo como en la serie de
conferencias que, durante los tres años siguientes impartió por todo el mundo,
Hawking no se cansó de proclamar explícitamente que Dios no tenía cabida en su
universo. Ahora no es que haya renunciado a esta tesis, pero sí que la expone
con menor radicalidad y de una forma mucho más sutil. El objetivo último de
Hawking es lograr demostrar que: “el origen del universo debería ser gobernado
por las mismas leyes que lo rigen en otros instantes” 19 . En otras palabras: el universo debió de autocrearse
a sí mismo gracias a las mismas leyes que gobiernan su desarrollo. El problema
reside aquí en cómo compatibilizar con sentido lógico el hecho de que las leyes
de la naturaleza, que sólo existen cuando hay universo, sean las que hagan que
haya universo. O lo que es lo mismo, las leyes de la naturaleza deberían de
hacerse así mismas al mismo tiempo que hacen existir al universo. La cuestión
estriba en averiguar cómo unas leyes que nacen con el universo, hacen, al
mismo tiempo, nacer al universo. En definitiva, deberían ser causa
sui (causa y efecto de sí mismas), algo que resulta ser física y
metafísicamente imposible.
Sin renunciar a sus planteamientos fundamentales, el
actual Hawking es más consciente de las limitaciones de nuestro conocimiento, el
optimismo desbordante de su cientificismo irrestricto de los ochenta ha dado
paso a una cierta prudencia intelectual a la hora de exponer sus tesis, que
incluye le reconocimiento de la posibilidad de que tal vez nuestra mente se vea
desbordada por la complejidad de la realidad y por ello nunca seamos capaces de
llegar a comprender perfectamente todo: “Debemos intentar comprender el comienzo
del universo a partir de bases científicas –declara Hawking-. Puede que sea una
tarea más allá de nuestras capacidades, pero al menos deberíamos intentarlo”
20 . ¡Qué lejos se haya esta
aseveración del dogmatismo con el que se expresaba Hawking en Historia del
tiempo!.
7.- Ciencia, Filosofía y Religión.
En algunas ocasiones se ha podido presentar estas tres
disciplinas entrando en conflicto entre sí. Tal vez puede haber habido algún
momento puntual en el que esto sucediera, pero ni ha sido algo frecuente ni
actualmente esto es así. Es más, no debe olvidarse que la inmensa mayoría de
filósofos y científicos medievales eran hombres ordenados sacerdotalmente. Si se
quiere ser objetivo debe reconocerse, también, el hecho histórico de que los
fundadores del método experimental, y con ello los padres de la nueva ciencia,
eran personas profundamente religiosas. Hoy son muchos los hombres de ciencia
que profesan una u otra fe, desde los que defienden una especie de panteísmo
(Einstein), hasta los que son musulmanes (Abdus Salam) o católicos (Sir John
Eccles). Algunos de ellos han sido galardonados con el Premio Nobel (este es,
precisamente, el caso de los tres ejemplos que hemos citado). La enumeración de
los científicos de primera línea, tanto actuales como de siglos anteriores, que
profesan o han profesado algún tipo de fe religiosa sería sumamente copiosa y no
procedería incluirla en un artículo como este; máxime cuando existe ya una
excelente obra, en lo que a este punto concreto se refiere, en el mercado
editorial 21 .
¿Qué demuestra esto? ¿Qué la ciencia es la antesala de la
religión? ¿Qué la ciencia, a través de la filosofía, es un camino que lleva
claramente hasta Dios? La verdad es que no. Se trata de ámbitos autónomos que
tienen su propio objeto de estudio y sus propios métodos de investigación. Pero
también es cierto que, por las mismas razones, la ciencia no puede ser utilizada
para fundamentar las negaciones de las realidades metafísicas estudiadas por la
filosofía y la religión. Simplemente, Filosofía, Ciencia y Religión constituyen
tres ámbitos de la realidad humana que, de suyo, no sólo no se excluyen entre
sí, sino que se complementan, de manera que los tres, junto con muchos otros
aspectos, resultan necesarios para la configuración de una vida humana integral,
ya que, el conocimiento humano no se conforma con la aprehensión de las causas
segundas o instrumentales (Ciencia), sino que, por naturaleza, el ser humano
busca el conocimiento de las causas últimas del ser del ente (Filosofía,
Religión), tal como han reconocido numerosos filósofos de innegable prestigio. Y
es que el ser humano no se conforma sólo con saber cómo es el ente (Ciencia),
sino que también quiere saber por qué es (Filosofía, Religión). ¿Por qué hay ser
en vez de nada? Esta es la gran pregunta que desafía a la inteligencia humana.
Dar con la respuesta significa entender la realidad en su aspecto más
fundamental.
Actualmente se admite de una forma unánime que la Ciencia
no puede responder satisfactoriamente a las preguntas últimas que se plantea el
ser humano. Si tenemos en cuenta que estas son, precisamente, las que más
afectan e interesan al ser humano, por su radicalidad e importancia,
comprenderemos por qué la razón humana, aún reconociendo la altísima dignidad
del conocimiento científico positivo, no puede detenerse en dicho horizonte
considerándolo el límite último alcanzable por el esfuerzo racional, sino que,
de un modo natural se verá llevada a trascender el ámbito de la realidad
sensorial para poder hallar el fundamento no empírico de la realidad
empírica.
Dada esta situación, la ciencia resulta incapaz de
determinar si Dios existe o no, si el alma humana existe o no, y si existe si es
inmortal o no. Tampoco podremos hallar en el ámbito de la investigación
científica experimental la razón última de nuestra existencia, o la respuesta
que nos clarifique cuál es el sentido de nuestra muerte o el del dolor y el
sufrimiento moral. Tampoco la Filosofía podrá dar una respuesta absoluta y
completa a todos estos interrogantes, pero sí podrá arrojar mucha luz y
contribuir a descubrir que el ser humano tiene, por naturaleza, una apertura
hacia la trascendencia. De manera que se deberá analizar y precisar cuál es el
significado de dicha apertura, para poder determinar en qué consiste y que
implicaciones comporta para la vida humana la relación inevitable entre el
hombre y el ser Trascendente fundamento último de la totalidad de la
realidad.
Notas
(1) De hecho, lo que
sostiene la teoría del Big Bang es que no son las galaxias las que se alejan las
unas de las otras a través del espacio, sino que es el propio
espacio-tiempo el que se dilata y, al expandirse, aleja a los cuerpos que se
hallan en él, de la misma manera que lo harían unos puntos de la superficie de
un globo cuando éste se hinchara.
(2) Todavía hoy resulta
imposible datar con toda seguridad el momento exacto en el que se produciría la
gran explosión. Tradicionalmente se venía considerando que debió suceder hace
unos 15 mil millones de años. Sin embargo, recientes investigaciones, que han
contado con la inestimable ayuda del telescopio espacial Hubble, han adelantado
la fecha de tal acontecimiento considerando como más plausible la hipótesis de
que hubiera sucedido hace unos 12 mil millones de años. De todos modos, se trata
de un tema abierto y sujeto a constantes revisiones.
(3) P recisamente éste
sería el autor que acuñaría la célebre expresión “Teoría del Big-bang” para
referirse al modelo cosmológico de expansión explosiva.
(4) Cf. Steven.
Weinberg: Los tres primeros minutos del Universo; Alianza Editorial,
Madrid, 1979, pp. 131-132.
(6) Stephen Hawking:
Historia del tiempo. Del big bang a los agujeros negros; Crítica,
Barcelona, 1989. Pese al título de la obra, se trata de un libro en el que no se
estudia ni la historia del tiempo ni su naturaleza.
(21) Antonio Fernández
Rañada: "Los científicos y Dios"; Ediciones Nobel, Oviedo, 2000; 390 págs.
Partiendo del hecho de que "ciencia y religión han modelado el mundo y
determinado los valores asumidos de tal modo que nuestra sociedad sería
inimaginablemente distinta sin ellas" Antonio Fernández Rañada logra echar por
tierra un tópico fuertemente establecido entre los a prioris culturales de
nuestra sociedad. El autor destaca que "para una parte de la opinión pública, la
ciencia se opone necesariamente a la fe en Dios y los científicos son todos
ateos", tratándose de una convicción que "forma parte de la imagen popular bien
establecida". Partiendo de estas premisas, lo que Fernández Rañada pretende
demostrar es que "el sobreentendido de que ciencia y religión son incompatibles
es infundado", explicitando con toda claridad que "la tesis esencial del libro
(es) la notoria falsedad del estereotipo de (que) los científicos se oponen
necesaria y radicalmente a la experiencia religiosa". De modo que cuando se
sostienen que los científicos se oponen radicalmente al trascendentalismo
religioso en virtud de un materialismo científico que profesan sin excepción, se
está haciendo una afirmación totalmente gratuita. En rigor esto no es así, ya
que "entre los científicos se reproduce la misma diversidad que observamos entre
la demás gentes:. Los hay cristianos, agnósticos, ateos, musulmanes, fervorosos,
tibios, teístas sin religión particular, deístas..." Ciencia y religión no son,
por tanto, incompatibles. Esto lo demuestra el hecho de que el pensamiento
científico y religioso no se contradicen por tratarse de dos maneras distintas
de acercarse a una realidad que atrae irresistiblemente al hombre.
En esta
obra Rañada logra demostrar que no es cierto que los científicos sean
básicamente ateos. Podría objetarse que el autor sólo cita científicos
creyentes, obviando a los ateos y a los agnósticos. Cierto. Pero no hay que
olvidar que lo que se persigue en este libro es, precisamente, demostrar que
existen muchos científicos de primera línea que son creyentes. Un objetivo que
se alcanza con creces.